top of page
22.jpg

Fondo Documental

Beatriz  Vallejos

Untitled-1-1-2_edited.jpg
Untitled-1-1-2_edited.jpg
© Derechos de autor
Sobre mí
22.jpg

“La paloma puso un tigre en su tanque, el tigre puso un orangután en su escafandra, el orangután puso un pastito de mío-mío en su guantera.

Cuando todos salieron y las vacas mugían al atardecer por que era bucólico y demás, la hormiga puso un huevo de hidrógeno en alguna parte”

Asociación irónica sobre un suceso de actualidad a comienzos de la década del 70: China detona la bomba H.

La paloma representaba la URSS, el tigre a Estados Unidos conjugando una propaganda de entonces de una nafta de Esso “Ponga un tigre en su tanque” con la tesis de Mao “El imperialismo yanky es un tigre de papel”. El orangután representaba a la burguesía nacional. El mío-mío es una maleza muy venenosa para el ganado del centro de la provincia de Santa Fe, dos veces con diferencia de 11 años exterminó la caballada de Lavalle. Fue aludida en una canción con letra de Miguel Brascó y música de Ariel Ramírez en su primera incursión, “Han invadido el pago santafesino Lavalle y unitarios pago querido, ay virgen Lujanera no me abandones mientras Lavalle avance provincia al norte. ¿Dónde te has metido Brigadier López?, ¿dónde se han metido tus montoneros, la provincia los llama nadie responde…?”. Esa alusión hizo a esa canción prohibida en la dictadura que en su estrofa final clamaba “¿Dónde escondió Lavalle su desconsuelo?, dónde ya no lo encuentren los montoneros”.

Rescatada de la memoria, papá se asustó al leerla. Yo la propagué en la facultad, creían que la había escrito yo.

​

Rubén Rigatuso

12.jpg

Beatriz, 18 años, en la puerta de su casa en Santa Fe, en Barrio Candioti

Mi vida

REGISTRO DE ARCHIVO

Por Elena Rigatuso

La cronología corresponde a los datos aportados por Rubén y Elena Rigatuso para “Obra Reunida”, cuya primera edición se hizo en 2012, conjuntamente con Editorial de la Municipalidad de Rosario y la Universidad Nacional del Litoral.

 

1922 El 7 de mayo nace en Barrio Candioti, de la ciudad de Santa Fe, Beatriz Eulogia Vallejos. Es la menor de los seis hijos del matrimo­nio formado por el idóneo de farmacia Leónidas Vallejos, oriundo de Mburucuyá (Corrientes), y Georgina Molinari (“Georgette”), oriunda de Basilicata, región del sur de Italia, e hija del médico rural don Pe­dro Molinari. Sus hermanos fueron José Leónidas, Jorge, Pedro, Elena y Eulogia (“Eulogita”, fallecida en la niñez). La familia residía en Colas­tiné, donde Vallejos era propietario de La Farmacia del Pueblo, pero a causa de las constantes inundaciones debió trasladarse a Santa Fe antes del nacimiento de Beatriz.

 

1939 Egresa de la Escuela Normal Nacional Mixta de Maestros de Santa Fe con el título de Maestra Normal Nacional. Viaja a Capilla del Monte, Córdoba.

 

1941 Comienza a trabajar como maestra de escuela, realizando su­plencias en las localidades santafesinas de Suardi y Colonia Corondina, donde reside en forma temporaria.

​

1943 Se casa el 4 de febrero con Domingo Rigatuso, al que conoció en la Biblioteca Mariano Moreno de Santa Fe siendo estudiante de la Facultad de Abogacía de la Universidad Nacional del Litoral, en la que se recibió de escribano. Se trasladan a Rosario, de donde es la familia de Domingo. Habitan el departamento 2 de Ovidio Lagos 1321. El 22 de diciembre nace su primer hijo, Luis Carlos José.

​

1944 En junio, un jurado integrado por Horacio Correa, Santiago de Bernardi, Luis Gudiño Kramer, Francisco Valdés y Amaro Villanue­va le otorga el Primer Premio “Poeta Joven Inédito” de la Biblioteca Mariano Moreno de Santa Fe por su libro Alborada del canto, presen­tado bajo el seudónimo “Beluisca”.

“Agradeciendo el premio, la señora Beatriz Vallejos de Rigatuso leyó breves palabras, quien en significativos conceptos dijo que en di­cha casa de cultura ‘había aprendido a comprender y a definir su perso­nalidad. La gratitud que le debo –expresó– se une a la felicidad de este momento, al recibir el estímulo a mis primeras poesías. Estímulo que me afirma en el deseo de persistir en la búsqueda de mi voz íntima, ya definida hacia el amor y la fe por todo lo que es puro, hermoso y cons­tructivo de la vida’.” (En una reseña del acto aparecida sin firma en el diario El Orden de Santa Fe el viernes 6 de octubre.)

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

Beatriz en la estación de trenes de Mburucuya, pueblo del que era originario su padre. Verano del 39/40.                        

​

1945 Publica su primer libro, Alborada del canto (Ed. Castelvi, San­ta Fe), con ilustraciones de Leónidas Gambartes.

“Aquellos poemas constituyen un ilustrativo proceso de creación artística, de acuerdo con su título, y el lector puede advertir cómo han ido adquiriendo formas, en el mundo poético de una muchacha, ahora madurando en la vida múltiple del canto, la creación y la lucha, esas sensaciones, impresiones, ideas y figuraciones que el escritor suele es­tropear, o que deforma, generalmente, a causa de una mala educación intelectual.

“Beatriz Vallejos, posiblemente por su carácter retraído, ha podido salvar casi intactos los tesoros que el niño trae desde regiones oscu­ras e inexploradas y que constituyen ese mundo poético que está en el creador, y sin el cual la poesía no alcanza a remontarse más allá de la retórica o del estilo culto o bello. El mundo de Beatriz Vallejos madura incansablemente; se redondea y alcanza plenitud y su milagro se nos ofrece en muchos de estos leves poemas de Alborada del canto.

“Para apreciarlos se requiere alguna sensibilidad; no atraen por su apariencia; no son pedantescos y deslumbrantes. Su tono es menor, como de elegía y muy sentido; las imágenes son finas, originales y con­gruentes: Los hilvanes del aire / tejen trapecios / para las mariposas…” (Luis Gudiño Kramer, en Escritores y plásticos del Litoral, Ed. El Lito­ral, Santa Fe, 1955.)

​

1946 El 17 de febrero nace su segundo hijo, Rubén Omar. Durante la primera presidencia de Juan D. Perón (1946-1952), Domingo Riga­tuso es expulsado del Partido Comunista, del que llegó a ser dirigente provincial. Beatriz renuncia al Partido. “Beatriz y Domingo eran afilia­ dos al PC. Mamá se afilió a los 15 años, en el 37; mi papá estaba afiliado de antes. A mi papá lo echaron por comunista del PC, por una distinta visión de mi papá frente al peronismo. Beatriz contaba que ella fue y les tiró el carnet, se desafilió. Y después lo detuvieron a mi papá, durante el peronismo. Él les decía: ‘A ver, pónganse de acuerdo. Los comunistas me echan porque dicen que soy peronista y ustedes me detienen porque dicen que soy comunista’. Mi hermano Rubén dice que los detuvieron e interrogaron exhaustivamente a ambos, cuando ya no militaban en el PC, y que mi mamá contaba que le preguntaron por qué se había hecho comunista y que ella contestó: ‘por romanticismo’…” (Elena Rigatuso, testimonio inédito recogido por Beatriz Vignoli, junio de 2012.)

 

1948 Durante este año y el siguiente realiza estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de Rosario. Comienza a trabajar como docente en la Escuela Nacional Nº 55.

​

1952 Publica Cerca pasa el río (Ediciones Rosario), su segundo li­bro de poemas.

​

1953 El 29 de julio nace su hija Elena Dominga. La familia consti­tuye su residencia de verano en una quinta de San José del Rincón, en el cruce las calles San Martín y Seguí, herencia de los padres de Beatriz, donde también construyeron casas sus hermanos.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

Foto de León Felipe en la librería Ruiz de calle Córdoba al 1200. Presentes reconocidos: sentado a la izquierda Felipe Aldana, parada Beatriz Vallejos, el chico su hijo Luis,

sentada a la derecha Irma Peyrano, otros no identificados, uno puede ser Ruiz el librero.

​

1957 La familia se muda a una casa en la calle Mendoza 620.

Visita en la planta alta de la recién inaugurada Galería Rosario una exposición de lacas del imaginero chileno Carlos Valdés Mujica, quien le enseña luego el oficio de la pintura en laca.

“Resulta que un día, curiosa como todo artista, fui a ver la expo­sición en Rosario de Carlos Valdés Mujica, un imaginero laquista, mi maestro laquista, no había otro laquista en América. ¡Uy, cómo se en­tusiasmó con mi trabajo! Desde entonces me decía: ‘Beatriz, tienes que pasar tus trabajos a la tabla’. Mis temas siempre estaban ahí, vinculados con el paisaje. Entonces apareció en mí esa inquietud. Me dije: en sus orígenes el mensaje religioso es un mensaje de luz, y yo no voy a repetir el Evangelio, pero quiero que transmita la alegría de vivir por sobre todas las cosas.” (“Somos una vibración infinita”, entrevista de Irina Garbatzky, loc. cit.)

​

1962 Primer viaje en barco al Paraguay. El 22 de diciembre, en una habitación de la que fuera casa familiar y luego también escribanía de su marido, en la planta alta de Laprida 984, realiza junto con su hijo Rubén la primera exposición de su obra plástica (dibujos y lacas). En esa casa eran frecuentes las tertulias.

“Entre sorbo y bocado la charla recorría la política y el arte. Bea­triz había sido maestra de grado y era una verdadera maestra en crear climas. Lo conseguía empezando por la elección de los muebles que poblaban su casa y por la exhibición de los objetos cuya belleza indivi­dual podía ser o no ser, pero que formaban un conjunto atrapante de calidez. A eso se sumaba su mirada a veces inquisidora y a veces com­placiente y sus silencios, necesarios como en la música, para darle aire a sus palabras que, por lo general, no eran muchas. Ese clima, creado por Beba y reafirmado en lo que a sencillez y apertura se refiere, por Domingo, era lo que hacía posible que quien entrara en la casa quisiera volver, formándose así una continua circulación de personas y perso­najes que leían sus poemas o sus cuentos, discutían con pasión sobre literatura y compromiso, escuchaban música o, simplemente, tomaban mate con bizcochitos. En aquella casa podían estar José Portogalo o alguno de los chilenos De Rokha, alternando con Edgar Morisoli y su mujer Margarita Monge o con Daniel Giribaldi (que en pocos lugares era bien recibido) o con Willy Harvey o con Roberto Horne. A veces venía de Santa Fe Elena, la hermana de Beatriz, que de tanto en tanto llegaba acompañada de su madre, doña Georgette, que se quedaba una temporada en la casa de su hija en Rosario. En esas ocasiones el clima de la casa variaba, porque, como se sabe, la familia es la familia.” (Pedro Nalda Querol, en “Había una vez una casa”, testimonio inédito, 2012.)

 

1963 Publica, en edición de autor, su tercer libro de poemas, “La rama del seibo”.

“Ningún balbuceo retórico empaña las aguas lucientes de sus ver­sos. Las imágenes trascienden lo objetivo y plasman hermosuras ca­bales. El lenguaje –su instrumento verbal– está consustanciado con absoluta fidelidad a su temperamento y su sensibilidad. En ciertos éx­tasis, en ciertas objetivaciones de la realidad que la rodea, surge lo ‘suyo’ propio: esto es, el impulso anímico que le hace palpar y absorber lo esencial poético. La prieta síntesis de algunos poemas adquiere valor y consistencia, porque la palabra ha sido acariciada amorosamente, no pulida sino extraída como un pájaro misterioso de sus inquietudes más recónditas.” (José Portogalo, en una carta fechada en Buenos Aires el 15 de agosto.)

​

1964 En septiembre participa del X Salón de Arte Moderno, or­ganizado por Amigos del Arte en el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”. Por razones de salud, se hospeda tres meses en las Termas de Río Hondo (Santiago del Estero).

​

1965 Realiza exposiciones individuales de sus lacas en la Galería Renom, de Rosario, y en la Galería Arte Libretex, de Santa Fe. Participa del XI Salón de Arte Moderno de Amigos del Arte en el Museo “Juan B. Castagnino” y de la muestra de la Sociedad Argentina de Escritores en el foyer del Teatro El Círculo, auspiciada por la Comisión Nacional de Cultura.

​

1966 Por invitación, expone lacas de la serie “del viento y el agua” en la Galería Quartier de Rosario.

​

1967 Participa con su obra en la muestra colectiva de la Galería del Litoral (Buenos Aires) y realiza una exposición individual en el Museo de Bellas Artes de Corrientes. Dicta cursos sobre técnica de la laca en el Salón de Cultura de Municipalidad de Goya y en la Academia de Bellas Artes “Josefina Contte” de Corrientes. Viaja al Uruguay.

​

1968 Es jurado del Concurso “Amílcar Taborda” de poesía, cuento, novela y ensayo, junto a Rubén Sevlever y Francisco Urondo. Dicta un curso sobre técnica de la laca en la Escuela Profesional N°1 “Servando Bayo” de Rosario. Participa del XIV Salón de Arte Moderno de Amigos del Arte en el Museo “Juan B. Castagnino” y expone sus lacas en el Club Español. La Galería Quartier la invita a participar de una muestra co­lectiva de pequeño formato. Viaja al Brasil.

​

1969 Expone sus lacas en la Galería Witcomb de Buenos Aires. Par­ticipa en una muestra colectiva de artistas plásticos rosarinos en la sede del Concejo Deliberante.

​

1970 Fallece su hermana Elena. Recibe la Mención de Honor del Premio “José Pedroni” de la Dirección General de Cultura de la Provin­cia de Santa Fe por Otros poemas, libro que permanece inédito hasta 1980.

​

1972 En enero dicta su conferencia “Influencia del viento y del agua en el folklore” en el V Simposio Nacional de la Música y la Danza Fo­lklórica Tradicional Argentina organizado por el Ateneo Folklórico en la Biblioteca “Nicolás Avellaneda” de Cosquín (Córdoba). La conferen­cia fue publicada en forma de plaqueta junto a otra de Lázaro Flury. Al año siguiente, la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC) acepta su ingreso a la entidad por “pública notorie­dad” en calidad de autora.

​

1974 La familia se muda a un departamento de pasillo en Laprida 848.

​

1977 Expone sus lacas en Amigos del Arte.

​

1980 En enero publica Espiritual del límite (Ed. La Ventana, Ro­sario).

“Desde su libro inicial, Beatriz Vallejos ha ido conformando una poesía de suma concentración, de síntesis suma. Así, algunos de sus poemas son apenas si una frase, pero cuánta densidad en ella. Entre­gada a escuchar sus voces interiores, consagrada a elaborar un mundo, esta poeta nuestra ofrece el más claro testimonio de aquella siempre válida definición de Rilke: ‘ser poeta significa madurar y crecer como el árbol que no apremia su savia’.” (Víctor Sábato, en “Presencia y per­manencia de una voz poética”, reseña del libro publicada en el diario La Capital el 13 abril.)

“Es uno de esos poemas-objeto donde tiene tanta importancia lo que dice como la forma de la presentación (la letra grande, el gran espa­cio en blanco en cada página, el color de la tinta). Realmente magnífico, sintetiza a su modo la tensión yin-yang del universo, es a la vez denso y transparente, y su lectura produce una especie de goce espacial, no me­ramente literario.” (Elvio Gandolfo, en una carta fechada en Piriápolis, Uruguay, el 7 de enero de 1981.)

En agosto, se presenta en el Museo de la Costa de San José del Rin­cón El collar de arena (Ediciones Colmegna, Santa Fe), volumen que reúne poemas de sus libros publicados y poemarios inéditos.

“Alguna vez estuvimos tentados de proponer la existencia de un tono, de una manera de decir, de una entidad estilística, en suma, pro­pia de los poetas de nuestro Litoral. La transparencia, la quietud, la leve luminosidad de los paisajes, la suavidad de los matices, la libertad de los espacios, cierta condición acuática prevaleciendo sobre otros ras­gos, y que les confiere por una parte la permanencia sutil del reflejo, de la imagen especular, pero por otra la sensación de presencia transitoria, brevísima, que produce siempre lo que fluye, nos tentaron a conjeturar una hipótesis semejante. Como quiera que fuere, lo cierto es que en los poemas de Beatriz Vallejos se dan estos rasgos (a veces un adjetivo basta, como cuando escribe: camalotes patéticos). Como también es cierto que tales rasgos no atentan en modo alguno contra su origina­lidad, contra su personalidad creadora, ya que constituye más bien –y así ocurre en otros poetas del Litoral– el trasfondo, lo que podríamos denominar el hábitat, de sus creaciones.

“Es interesante, de todas maneras, observar la facilidad con que algu­nos componentes de un ámbito geográfico específico se integran en los poemas de la autora a la universidad más legítima, como en el titulado ‘El sirirí emigra’ […]. Tenemos que sustraernos a la tentación de incluir otras citas que ilustran igual particularidad y que muestran cómo la calidad poética es una buena solución para el problema del regionalismo en cual­quier literatura. Pero, en definitiva, hay otros perfiles que tal vez sean de mayor acierto (o más justo) mencionar, verbigracia la casi imperceptible metafísica que constituye el sustrato de esta creación, su idea del tiempo, del fluir de la vida y la presencia de la muerte, entremezclándose en ese fluir bajo diversas formas que no escapan al pincel del poeta. […]

“No por azar una de sus conferencias se tituló ‘Transparencia y mis­terio de las lacas’. Porque en la transparencia y en el misterio –salvados de la crepitante jerga de las ciudades– se funda sólidamente la obra poética de Beatriz Vallejos. Transparencia de su mirada (algo suyo, que a ella sola le pertenece, precioso don de poesía) y misterio asumido con sencillez, sin efusiones retóricas, sin crispación, con esa conciencia, por el contrario –con esa conciencia tan rara en nuestro tiempo– de que la muerte es la humildad absoluta. Conciencia, a su vez, a la que sólo puede arribar posiblemente quien ha llegado a conocer, en el retiro de un lugar donde lo esencial habla sin intermediarios, las íntimas, las poco mundanas, casi imperceptibles voces de la poesía.” (Raúl Gustavo Aguirre, “En transparencia y misterio”, reseña del libro que fue publica­da en La Gaceta de Tucumán el 13 de octubre.)

 

1981 Ediciones La Ventana (Rosario) publica su ensayo “La luz, el color, la transparencia”, en una plaqueta compartida nuevamente con Lázaro Flury.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                   Poetas santafesinos en el bambú de su casa de San José del Rincón hacia 1983. De arriba hacia abajo Teresa Guzzonato, Oscar Agú, Horacio Rossi, Roberto Aguirre Molina y Beatriz

​

1984 El 6 de julio se presenta en el Centro Cultural Gral. San Mar­tín de Buenos Aires como invitada del ciclo “Encuentro con grandes poetas argentinos”, coordinado por Diana Bellessi.

​

1985 Publica Pequeñas azucenas en el patio de marzo (Juglaría, Rosario), Horario corrido (Fundación Ross, Rosario), Ánfora de Kiwi (Juglaría) y Pincel, libro con lacas, poemas, coplas y canciones (coedi­ción del Centro Cultural de los Espejos y la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional del Litoral).

“Pequeñas azucenas en el patio de marzo se abre con una fotografía en la tapa que imprime, desde el vamos, un acento visual al conjunto de breves poemas que constituyen la obra y que son, en esencia, pequeñas ventanas hacia el mundo interior de Beatriz Vallejos, el que se percibe infinitamente más ancho y diverso que su testimonio material en forma de libro. Esto ocurre, necesariamente, cuando hay mucho que decir y generalmente cuando se remonta un largo camino en la creación poé­tica: es un producto de la madurez, una decantación de vivencias pro­fundas que sólo se logra luego de un ejercicio prolongado en la práctica de ese oficio de palabras.” (Rubén Sevlever, en una reseña del libro pu­blicada en el diario El Litoral de Santa Fe.)

“Gracias, muchas gracias por su Ánfora de Kiwi y por acordarse de mí. Ya sabe Ud. el placer que siento al leer su poesía y, vanidoso de mí, cómo la siento cercana a mi pintura.” (Ricardo Supisiche, en carta fechada en Santa Fe el 16 de octubre de 1986.)

​

1987 Fundación Banco Bica (Santa Fe) publica su décimo libro, Lectura en el bambú.

“Al hacer la lectura del bambú se sienten sus voces impalpables e in­tensas de flauta dulce, como le hubiese gustado a Juanele Ortiz.” (Ede­lweis Serra, en una esquela fechada en Rosario el 29 de octubre.)

“Las palabras están en tu poesía al servicio de la transparencia y la luminosidad; nos llaman, a través de la imagen, a una vida, no por más depurada menos intensa. La poesía sólo sirve a los demás cuando se sirve a sí misma. Es lo que parece ocurrir en tu caso. Porque hay en tus versos dicha de palabras, ellas logran transmitirnos el mensaje re­cóndito que conllevan; nos proponen una experiencia. Al nombrar de cierto modo lo que está más cerca o lo que ocurre o nos ocurre, suscitan en nosotros lo más lejano y trascendente, aquello que nos excede y nos induce a seguir andando, llamando, buscando.” (Edgar Bayley, en una carta fechada en Buenos Aires en noviembre.)

“La obra en sí se diría recoleta y confidencial, como si la hubiese ido pensando en voz alta, al compás de sus emociones y para su más delicada intimidad, en el banco donde lee, en la misteriosa penum­bra del bambú que plantó su padre, en la atmósfera todavía gozosa y silenciosa de San José del Rincón, al sol inspirador de las cuatro estaciones, tan cerca del río, de los ríos litorales, expandiéndose con su voz en la naturaleza circundante, como si le fuera dado transfigu­rarse en luz, en savia, en ondas de agua y cielo. Quizás por eso esta poesía se ha ido despojando de todo lo accesorio, en ‘toques’ cada vez más ceñidos a lo esencial de un modo de sentir, en un lirismo de la síntesis que evoca, en el recuerdo de ciertas lecturas o la visión de ciertas imágenes, al arte de un jardinero oriental, podadera en mano, cortando aquí y allá las hojas o los gajitos todavía superfluos al senti­do ascético de la composición.” (J.L.V. [José Luis Vittori], en “Poesía del ser”, reseña del libro publicada en el diario El Litoral de Santa Fe el 20 de noviembre.)

​

1988 Aparece la plaqueta Está de seibo la sombra del timbó (edicio­nes delanada, Santa Fe).

​

1989 Expone sus lacas en el Rincón de Molinari (San José del Rin­cón). Se publica la plaqueta Al ángel (ediciones delanada, Santa Fe).

​

1990 En junio, fallece Domingo Rigatuso, su compañero de toda la vida. Al año siguiente, vende el departamento de calle Laprida y se retira a su quinta de Rincón.

​

1992 Publica su undécimo libro, Sin evasión (ediciones delanada, Santa Fe).

​

1993 En octubre participa del Primer Festival de Poesía de Rosario, con una lectura de poemas en el acto de cierre. Publica Donde termina el bosque (Ediciones del Taller, Rosario), que se presenta en noviembre en el Museo de la Costa de Rincón.

“En Donde termina el bosque, conjunto de breves poemarios que tiene como centro esencial el amor por la naturaleza –por el árbol como símbolo de su esencialidad– muestra a la escritora en la plenitud de su capacidad estilística, al plasmar con deslumbrante simplicidad imá­genes cuya fuerza está justamente en la forma en que sabe sintetizar en unos pocos versos, incluso en apenas una frase, todo un caudal de sugerencias, donde es la palabra en libertad, más que la estructura sin­táctica, la fuente de su comunicatividad. No podemos, tampoco, olvi­dar la sensibilidad plástica de Beatriz Vallejos, prestigiosa por su obra de ceramista, para entender cómo llega a la riqueza visual, colorística, o al dibujo de rigurosa síntesis que encierra cada uno de sus poemas.” (Eugenio Castelli, en la contratapa del libro.)

​

1996 Inaugura la escuela de lacas Costa de Antón, en San José del Rincón, donde realiza una exposición de lacas suyas y de sus alumnos.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

1999 En edición de autor, publica en Santa Fe una breve selección de sus poemas bajo el título Del río de Heráclito.

​

2000 Publica Del cielo humano (Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe), con prólogo de Rosa Gronda.

“El arte y la mística pueden transfigurar al dolor y la angustia para sublimarlos en reflexión, comunión y belleza. Los poemas de Del cielo humano concretan esta alquimia a partir de la experiencia de la inun­dación, aunque el ahondamiento en esta circunstancia que conforma el núcleo temático central –contextuado en tiempo y lugar (Rincón, 1998)–, no implica alejamiento alguno de la proyección universal que identifica a toda la obra de Beatriz Vallejos. […]

“El paisaje tiene un estigma no frecuente en los otros libros de la autora: sol ausente en un cielo nublado por ‘impalpables neblinas’, pá­jaros mudos, campanas lúgubres y el ‘triscar’ amenazante del agua en la laguna, en la tormenta, en el río que acosa ‘por los cuatro costados’. Ya no es el símbolo heracliteano sino el gigante de agua, determinando un cerco de angustia creciente que alcanza su culminación en el poema ‘Asentamiento’, donde los humildes exponen su ‘aterida condición’ que acongoja el alma colocándola al borde de la duda.” (Rosa Gronda, en el prólogo del libro.)

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

2001 Participa del IX Festival Internacional de Poesía de Rosa­rio. Se presenta en el Foro Cultural de Santa Fe el video documental El cerco del cielo. Una mirada sobre Beatriz Vallejos, realización del Taller de Cine y del Centro de Producción de Video de la Univer­sidad Nacional del Litoral, con guion y dirección de Rosa Gronda. Ediciones en Danza (Buenos Aires) publica El cántaro, compilación de su poesía realizada por Javier Cófreces, con prólogo de Celia Fontán.

“Los poemas de Beatriz Vallejos no se leen. Se miran. Y no porque abusen de la apelación a las imágenes o incurran en ciertas marcas grafemáticas –ideogramas, caligramas, haiga de Buson– sino senci­llamente porque reclaman ser capturadas con un golpe de viSanta Cualquier otro protocolo de aproximación supondría una coacción, una civilizadora forma de violencia. Imaginemos por ejemplo: ¿qué método se sigue para separar en sílabas una pura superficie?” (Pablo Gianera, en “Anonimato y brevísimos roces”, reseña del libro publica­da en Diario de Poesía Nº 64, abril de 2003.)

​

2002 El Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral publica Detrás del cerco de flores, una antología de su poesía que incluye un CD con audio de poemas leídos por la autora.

“La poesía de Felipe Aldana deviene así en una lengua leve, donde lo etéreo de sus enunciados parecería ser la manera escogida para representar el mundo desde una experiencia donde estética y religio­sidad, como vía de trascendencia, se confunden. Esa modalidad y esa perspectiva también se reconocen en la poesía de Beatriz Vallejos, que pasara gran parte de su vida entre San José del Rincón y Rosario. Vallejos asume desde sus primeros libros una actitud poética que la liga fuertemente con el cosmos fluvial, al punto que su segundo libro, de 1952, lleva por título Cerca pasa el río. Pero al mismo tiempo, y a medida que su obra va desarrollándose, su poética va adoptando formas cada vez más nítidas e idiosincrásicas: sus poemas suelen ser pequeñas piezas, compuestas sobre una serie limitada de versos no demasiado extensos, que se constituyen con un rigor verbal inaudito. Esos poemas generalmente hablan del mundo natural, al que parecen cantar de manera reverencial, como si se tratase en cada caso de una experiencia extática singular. Incluso los títulos de muchos de sus libros revelan con su propio nombre el sentido de esa poética: Pe­queñas azucenas en el patio de marzo, Lectura en el bambú, Donde termina el bosque, Del cielo humano o Detrás del cerco de flores. Y si bien la poesía de Beatriz Vallejos no se reduce de modo excluyen­te a semejante campo temático –puesto que también escribe sobre asuntos o cuestiones propias de la vida urbana– su vocación por lo cósmico la lleva a adoptar un conjunto de formas y tonos que evocan de manera indubitable a la poesía oriental.” (Roberto Retamoso, en “La literatura santafesina y el río”, Apuntes de literatura argentina, UNL, Santa Fe, 2008.)350 351

 

2003 La Alianza Francesa de Santa Fe le realiza un homenaje. Vuel­ve a residir en Rosario. La Secretaría de Extensión Universitaria de la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario organiza una exposición de sus íconos y una mesa redonda sobre su obra plástica y literaria. 

​

2004 En julio, el crítico de arte Domingo Sahda la entrevista en Rosario para el fascículo de la colección audiovisual “Creadores San­tafesinos”.

​

2005 Establece su residencia en Roldán, en casa de su hijo Luis y su nuera Catalina.

 

2006 La poeta y narradora María Teresa Andruetto (Arroyo Cabral, Córdoba, 1954) publica Beatriz (Ediciones Argos, Córdoba), un diálo­go lírico inspirado en dos visitas que le realizara a Beatriz Vallejos, una en Rincón en 2001 y otra en Rosario en 2004.

“Después de muchos titubeos, decidí titular el poema con su nom­bre, Beatriz, ese nombre que tanto significa en la literatura de occiden­te… El proceso de construcción, de progresión, fue complejo porque la escritura misma fue provocada por su palabra, y es con esas palabras suyas fragmentadas que se hizo en mí el poema. […] Con lo reciente y lo lejano, con el ayer y el hoy, se ha ido tejiendo un texto que vino a ocu­par el lugar de la memoria, un texto donde las palabras de Beatriz Valle­jos aparecen y desaparecen entre las mías mientras yo me muestro y me oculto en la confesión.” (M. T. Andruetto, en el postfacio del libro.)

​

2007 Por su trayectoria, se le realiza un homenaje en el Museo Dia­rio La Capital, en el que leen sendos textos alusivos a su obra las poetas Celia Fontán y Sonia Scarabelli. Fallece en Rosario el 12 de julio de 2007. El XV Festival Internacional de Poesía de Rosario es dedicado a su figura. El 1º de mayo del año siguiente, en su casa de San José del Rincón, se celebra un homenaje organizado por su familia, sus amigos y vecinos del lugar, al que asisten un centenar de personas. 352 353

​

​

Cuadernos

​

Hojas Sueltas

​

​

​

​

​

19.jpg
8.jpg
15.jpg
bottom of page